BLOG LITERIO DE MARIO PÉREZ ANTOLÍN







jueves, 7 de julio de 2011


Un somero análisis del comportamiento social en “la era de la información” nos indica que los ciudadanos han dejado de ser sujetos activos, con capacidad de decisión y sentido crítico, para convertirse en extras de una escena coral en la que el libre albedrío se sustituye por consignas emitidas, a través de los altavoces manipulados de la superconciencia colectiva, en papilla informe o en unidades blindadas, según el papel que toque interpretar en el show de la realidad clonada.
El tejido social ha perdido la musculatura y se ha metamorfoseado en una masa adiposa capaz de adquirir cualquier forma, de asimilar cualquier cultura, de apropiarse de todas las identidades y transformarlas en un subproducto de entretenimiento que permita la evasión de la realidad para caer en una recreación ficticia, controlada por la nueva oligarquía de “analistas simbólicos”.
¿Quién puede luchar contra un espejismo cuando se está alienadamente a gusto?
¿Quién quiere oponerse a la narcótica atmósfera esterilizada que nos protege del mundo exterior dominado por la guerra, el radicalismo y la pobreza generalizada?
Hoy el dilema se plantea entre subir al transatlántico del crucero feliz o quedarse en tierra para soportar el desarraigo del mundo desolado. Otra posibilidad ante esta disyuntiva es la verdadera subversión del sistema: el realismo militante.