BLOG LITERIO DE MARIO PÉREZ ANTOLÍN







viernes, 16 de diciembre de 2011


Me niego a rellenar las lagunas de la ciencia con mistificaciones idealistas y relatos justificativos. Es más digno trabajar con hipótesis o conjeturas cuando se llega al límite del conocimiento (a la espera de una comprobación o refutación ulterior) que defender ciega y doctrinariamente nuestros artefactos propositivos acríticos, que sólo sirven, en el mejor de los casos, para meter la realidad en una chistera y salir a trompicones del atolladero, y, en el peor, para justificar las mayores atrocidades y aberraciones sociales que han tenido lugar en la historia.
A mí me da más miedo y aprensión el dios omnisciente, el dogmatismo ideológico y la tabla rasa que “el gen egoísta”, la teoría de la evolución o el Big Bang. En el primer caso nos encontramos con afirmaciones excluyentes, absolutas y finalistas; en el segundo, con una praxis metodológica, especulativa, cognitiva y combinatoria. Unos nos proponen el fin del camino, otros ir subiendo los peldaños de una escalera cuyo final desconocemos.